Por Sommelier Carolina Díaz
La historia se graba en la memoria de quién valora; porque solo a través de poder entender la esencia del ser, se permitirá sentir la esencia y origen de lo que se bebe. Más de 425 años se ha surcado la tierra de este país, trazando un legado que se constituyó en la razón de existir de quién sudo la tierra, de quién soñó un destino y se prolongó en herencia.
Ahondar en los pasajes históricos, es una experiencia necesaria para todos los involucrados en la gran responsabilidad de trasmitir. Sea cual sea el contexto o el público, el respeto debe ser compromiso intrínseco de quien disfruta un vino.
Los esfuerzos y acciones de mucha gente en nuestro país deben ser valorados y replicados de manera consciente para fortalecer la cultura del vino. No es únicamente conseguir nuevos adeptos, es imprimir pasión con respeto al resultado de la virtud de la tierra en comunión con las manos del hombre.
Cada vez somos más y bendito el momento en que así se procura. Sin embargo, es necesario el análisis profundo y el reconocimiento de los intereses de quienes entran al concierto a intentar tocar el son profundo del vino.
Desde los protagonistas de la historia en el campo y en la bodega, el personal de un centro de consumo, los comunicadores de los diferentes medios, los instructores, los apasionados, adeptos y allegados: todos en una armonía constante del entendimiento correcto y en la suma de esfuerzos, con el propósito firme de la objetividad.
Un análisis de conciencia y actuación sería una forma respetuosa de comenzar. Muchas etiquetas que se han elaborado y comercializado en nuestro país son, sin duda, un referente del inicio de muchos en este vasto mundo del vino.
Sin embargo, el esnobismo y las plataformas efímeras incitadoras de una interpretación incorrecta de hedonismo, han desvirtuado y mermado esfuerzos; lacerando resultados logrados a pulso de quienes comprometen su vida por la calidad del vino mexicano.
Bienvenidos sean los nuevos consumidores y benditos los vinos que permitieron ese acercamiento; es pues, responsabilidad de distintos actores, pero ante todo, es personal, poder formar un juicio de valor sustentado en conocimiento de factores de calidad.
Enjuiciar un vino por su volumen de ventas, es aventar un escupitajo al cielo, sabiendo que en algún momento la cara puede ser el receptor.
Valoremos con coherencia, congruencia y justicia; pues los sommeliers somos portadores de una gran responsabilidad.
Sobre Carolina Díaz: Sommelier profesional egresada del programa de la Asociación de Sommeliers Mexicanos. Sommelier para importadoras de vino y experta en experiencias gastronómicas en Mérida Yucatán.
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