En términos de variedad de estilos, el vino es como la música: interminable
Por Dr. Salsa
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No me considero un melómano, pero me gusta la música. Mi cultura musical es un tanto limitada, pero creo que es lo suficientemente amplia como para encontrar la melodía perfecta para diferentes momentos: para una comida entre amigos -mientras el aroma de la carne en proceso de cocción sobre el asador invade el espacio de la terraza en casa-, o bien para viajar en carretera, o el tema tropical para bailar, o quizá aquél éxito de épocas pasadas para que todos cantemos en el karaoke. Casi siempre conozco la canción ideal para el momento.
Pocos saben que alguna vez fui un asiduo "metalero". Escuchaba por horas los álbumes "Ride the Lightning" y "Master of Puppets" de Metallica así como los temas de Iron Maiden, Scorpions y otras tantas bandas de heavy metal. Más adelante, me invadió el apetito por la música sinfónica y la ópera.
Aún recuerdo con cariño las visitas al Palacio de Bellas Artes en el centro histórico las tardes de los días domingo. Después me dio por escuchar religiosamente cada sábado el "American Top 40" conducido por Casey Kasem por radio y entonces me volví experto en música pop de los años 90.
Más tarde empezó una sed musical ecléctica: World music, jazz, trance, new age y por supuesto música tropical en sus subgéneros más populares como salsa, merengue y cumbia. El reggaeton no me ganó por completo, pero aún así conozco los temas que harían bailar a los jóvenes. El caso es que con los años la lista de canciones favoritas fue aumentado.
Esto lo traigo a colación porque en mi vida hay siempre dos preguntas. La primera continuamente es ¿por qué "Dr. Salsa"?, a la que habitualmente contesto con tono de broma: "La historia no es tan espectacular, pero siempre se escucha más divertida con una copa más de vino así que... ¡salud!". Y cuyo relato, si me permite amable lector, se la comparto más adelante, no por otra razón salvo que no quiero abusar con la longitud de mi texto, de este espacio que gentilmente me han compartido.
La segunda pregunta casi invariablemente es: ¿cuál es tu vino favorito? Y es aquí en dónde realizo una analogía con la música. El mundo del vino para mi es fascinante por muchas razones, una de ellas es la diversidad. Usted puede tomar un blend con protagonismo de la Cabernet Sauvignon de la región de Napa en California y le sabrá completamente distinto a uno de la Toscana en Italia y éste a su vez, absolutamente distinto a uno del valle de Colchagua en Chile.
Todo es diferente. Quizá podría ser el mismo clon de Cabernet Sauvignon, pero es diferente terroir, distinto clima, enología y barricas. Imagine usted la diversidad de variedades, territorios vinícolas en el mundo, técnicas enológicas, formatos de crianza, y periodos de guarda. Multiplíquelo todo, tiene a su disposición -al menos teóricamente-, miles de opciones diferentes.
Tal y como ocurre en la música. Así que, como puedo encontrar una canción perfecta para una ocasión, de la misma manera puedo encontrar el vino adecuado para el presupuesto y el momento. Mi vino favorito no es una etiqueta -bueno si tengo aquellas que aprecio mucho más-, pero más bien, mi vino favorito es aquel que cumple con mi expectativa y la de mis invitados.
El éxito de un vino lo mido en la sonrisa de mis comensales. Que si fue lo suficientemente fresco, que si fue perfecto con el queso, o el plato fuerte, que si fue el mejor en comparación de los anteriores. Que si aquella etiqueta le recordó a mis invitados el primer encuentro. Que les encantó con el postre o como digestivo, y un largo etcétera.
¿Se da cuenta? El conocer de vinos es como conocer la música adecuada para el momento. Habrá vinos frescos, corpulentos, frutales, tánicos, con azúcar residual y todo lo que existe en el mundo del vino. Habrá comidas largas y pausadas, algunas breves, en un ambiente caluroso o en una sala en el resguardo del frío exterior. Para cada momento, existe el vino perfecto.
Pero no es el mismo vino para todos. Su tarea, si me permite hacerle una pequeña recomendación, consiste en encontrar sus favoritos para sus momentos y para sus invitados. Me temo que es un proyecto a largo plazo, pero descuide, es muy placentero. Yo llevo más de veinte años "descubriendo" mis favoritos y aún ahora me maravillo de nuevas etiquetas y de nuevas regiones. Eso es lo fascinante del vino, es como la música: inacabable.
Sobre el Dr. Salsa: Ingeniero convertido en sommelier. Viajero incansable en búsqueda de la mejor experiencia gastronómica posible, ya sea en el puesto callejero o en el restaurante con estrellas Michelin. Fundador de "Vinus Tripudium" y "Entre Copas y Corchos". Egresado del programa de sommelier profesional de la escuela "Vinicultura" del enólogo Jesús Diez y en proceso de certificación del programa The Court of Master Sommeliers. Afirma que no hay mayor placer que compartir las delicias de la mesa.
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Foto portada: Cortesía.
Artículo originalmente publicado en ProyectoVino (https://www.proyectovino.com.mx/)
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