Por Viko Lukániko
Twitter: @gallolukaniko
Ante un hambre feroz
merodeándome, decidí domar la bestia con una visita al restaurante
La Cuchara de San Sebastián, cuya cocina española funge de embajada
culinaria adjunta en la Ciudad de México. Una hora, una mesa, un
tenedor y un estómago exigiendo su derecho, fueron los personajes de
esta visita al reconocido restaurante.
Con hambre, uno deja
de pensar con claridad. Es imperante tomar una correcta decisión
antes del desmayo, la inanición. Por ello aproveché que deambulaba
para visitar un conocido restaurante de la ciudad: La Cuchara de San
Sebastián, ubicado dentro del Hotel Marquis Reforma.
Recibido con amplia
atención desde mi entrada, me senté en una mesa con vista al cielo
capitalino. De inmediato, un cuerpo de meseros me atavió con los
menús y mis aliados de aventura: los cubiertos. Siguiendo mi receta
para detonar la experiencia, decidí tomar una copa de vino de
Beronia Crianza, un tempranillo español que se ajustó
perfectamente a mi bolsillo y garganta.
Gazpacho andaluz |
Antes siquiera de
pedir, la cocina te recibe con un aperitivo; en este caso un gazpacho
andaluz. El remolino de tomate, pimiento y jerez en una pequeña
cuchara, sirvió como sedante de mi apremiante hambre. Con un poco de
tiempo ganado, pedí el consejo del mesero por un entremés digno de
la cocina del lugar. Su respuesta fue convincente: tapa de pulpo a la
gallega.
Yo me decidí por unas albondiguillas “San Sebastián” para cerrar mi trato con el
viejo continente. Mi espera fue grata, aunque la música del lugar no
se acomodó a la atmósfera que esperaba. Ni flamenco, ni Paco de
Lucía, ni siquiera Nacho Cano o Miguel Bosé. No que fuese
prescindible en el gusto del platillo, pero luego dicen que las
neuronas se ponen a modo el cuerpo con una música ad hoc.
Tapa de pulpo a la gallega |
En fin, llegó mi tapa de pulpo; ese bonito tentáculo que al probarlo, efectivamente,
me remontó al mar, mucho más de lo que yo hubiese esperado. En un
par de bocados la tapa se volvió historia, por lo que procedí al
enjuague de mi paladar con el vino español. Esperé poco tiempo
cuando recibí mi platillo de albondiguillas; un par de esferas de
res en una salsa de champiñón, adornado con unas tiras de pimentón
y perejil.
Albondiguillas "San Sebastián" |
Fue en este momento
que mi gusto se dio rienda suelta. Los sabores se dispusieron en un
orden correcto y pronto me sentí como un típico español sentado en
la fonda de siempre, cargando el cuerpo con proteínas, alardeando de
todo y nada, y en su paso generándome un placer al gusto. Sumen el
vino que aún merodeaba mi copa para terminar el plato; puedo
confirmarles que ese mediodía culminó con mi sonrisa y una humeante
taza de café.
En fin, esta fue la
experiencia de un mexicano con hambre jugando al español, en un
restaurante español, en el juego culinario de alimentar el hambre
del mexicano.
Sobre Viko Lukániko. Viko es norteño. Ama la cerveza altamente lupulosa y la vida al máximo. En la mañana gusta de bailar hasta saciarse, siempre acompañado de una buena taza de café.
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