Prados del Club Deportivo Xochimilco Acalli, sede del Cervefest |
Por Viko Lukániko (@gallolukaniko)
El pasado sábado 19 de
marzo asistí al Cervefest en los verdes prados del Club Deportivo Xochimilco Acalli. Entre sombreros vikingos, caldos de malta fermentada, entusiastas cerveceros, costillas en
barbecue y buena música, se llevó a cabo este
evento que alegró el alma de los asistentes. Ésta es mi efervescente crónica durante la quinta edición del Cervefest en Xochimilco.
Desde muy temprana
hora del sábado, estaba conciente que debía tomar el metro y dirigirme al sur de la ciudad, a metro Tasqueña.
Tenía una hora fija e inamovible, ya que los organizadores del Cervefest Xochimilco habían
programado dos salidas en autobús gratuitos para los visitantes. Finalmente yo, siempre a destiempo, perdí mi oportunidad por un error de cálculo. No me quedo más que ser aferrado; marqué al teléfono de ayuda ofrecido en la
página oficial del evento, y sin mucho tiempo de espera, me compartieron la ruta ideal para llegar al
evento.
Les soy honesto, mi
alma se arrastraba al festival, pues sabía de antemano que muchas de las
mejores cervecerías nacionales no estarían presentes. Al unísono se celebraba el Ensenada Beer Fest, con muchos de los cerveceros
acreedores de medallas en la última edición de Cerveza México. No obstante, reconozco
esa creciente ola que mantiene los mecheros encendidos de cocinas conquistadas
por entusiastas lupulosos. Con esta idea en mente, caminé por el sendero dorado
hasta la entrada del evento, y al fin pisé los pastos sagrados del
Cervefest en Xochimilco.
Degustaciones y venta de cerveza artesanal |
Por esta razón
decidí relajarme y comenzar mi propia peregrinación: con el paladar abierto al
encuentro divino. Brinqué de puesto en puesto probando stouts, pales ales y
experimentos variados.
Algunos como Cervecería Ara, presumía amaranto en sus recetas. Otros como Belcebú, ofrecían una atractiva imagen que cualquier malpensado hubiese tachado de satánico, cuando realmente todo era un tributo al preciado gato del maestro cervecero. Yubarta presentó una bebida con una imagen marina, atenidos a dos recetas clásicas: Golden Ale y su negra estilo Porter.
Algunos como Cervecería Ara, presumía amaranto en sus recetas. Otros como Belcebú, ofrecían una atractiva imagen que cualquier malpensado hubiese tachado de satánico, cuando realmente todo era un tributo al preciado gato del maestro cervecero. Yubarta presentó una bebida con una imagen marina, atenidos a dos recetas clásicas: Golden Ale y su negra estilo Porter.
No fue hasta que
me finalmente me topé con Cervecería Malteza, la única que realmente robó mi
aliento. Un par de tomadores expertos ya me habían advertido de la deliciosa
propuesta de esta cervecería metropolitana. La segunda grata sorpresa fue platicar con
Jessica, primer encuentro con una maestra cervecera en un mundo comúnmente dominado por barbones
y mucha testosterona.
Como todos, inició en su modesta cocina los experimentos para encontrar un brebaje digno de su estricto paladar. Constancia y perfección llevaron a Jessica a dar vida a Morrigan, su cerveza estilo Strong Scotch Ale, que le valió una medalla de oro en la Copa Latinoamericana de Cervezas Artesanales.
Como todos, inició en su modesta cocina los experimentos para encontrar un brebaje digno de su estricto paladar. Constancia y perfección llevaron a Jessica a dar vida a Morrigan, su cerveza estilo Strong Scotch Ale, que le valió una medalla de oro en la Copa Latinoamericana de Cervezas Artesanales.
Me retiré del
evento con un buen sabor de boca; atendido por maestros cerveceros y
entusiastas inmersos en el proceso de perfeccionar sus propias creaciones de malta;
arriesgando su trabajo e ingresos con el sueño espumoso de erigir un emporio
que les valga la envidia de propios y extraños, porque emprendedores de la cerveza artesanal son los agraciados con el trabajo
más feliz del mundo.
Sobre Viko Lukániko. Viko es norteño. Ama la cerveza altamente lupulosa y la vida al máximo. En la mañana gusta de bailar hasta saciarse, siempre acompañado de una buena taza de café.
Sigue a Viko Lukániko en Twitter: @gallolukaniko
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