Grupo de ganadores en el Mercado de San Juan
Mientras el grupo disfrutaba de un refrescante y burbujeante crémant al tiempo que se preparaba su sashimi de atún -con una receta casi secreta- por parte de un comerciante de gesto adusto, se escuchaba alrededor el barullo de los comercios aledaños y la explicación del vino de vez en vez se interrumpía cediendo el paso a algún comerciante que transportaba sus mercancías o a clientes que miraban el animado grupo con extrañeza. Un escenario poco habitual y de hecho altamente improbable para una cata de vinos.
Cuando uno escucha la frase: “cata de vinos”, inmediatamente se evoca en la mente la idea de largas mesas con inmaculados manteles blancos, un sommelier girando instrucciones para el servicio, las copas cuidadosamente ordenadas de acuerdo al programa de los vinos a catar, un recipiente para desechar el vino que no se ha de beber y algunas piezas de pan para dar respiro al paladar y prepararle para un sorbo que tratará de discernir hasta el último detalle de las características organolépticas de cada vino.
Quizá no es más que el hábito y el estándar al que estamos acostumbrados en las presentaciones de importadores y tiendas especializadas. Aunque se debe mencionar que habrá vinos para cada ocasión y que tiene también su mérito disfrutar de las características del vino en un marco más formal, el encanto de la experiencia orquestada por
@dondecomere y
@c0mensales, sobrenombres virtuales en Twitter de un dinámico matrimonio apasionado por la gastronomía, fue la espontaneidad, la sorpresa y el encuentro con una forma diferente de apreciar y deleitarse con los productos que ofrece México, fundamentales para la deliciosa y diversa gastronomía nacional.
Hoy día el mercado de San Juan debe su prestigio a la variedad, frescura y calidad de los productos que comercializa y también por la exclusividad de ciertos ingredientes que sólo pueden ser adquiridos en éste lugar
La incursión, copa en mano, de diferentes puestos en el
Mercado de San Juan, haciendo maridajes inesperados, pero eso si con lógica (previamente se había hecho un ejercicio de maridaje entre varios viandas con diferentes opciones de vinos), fue la premiación del concurso fotográfico
“Mercados de México” organizado enteramente en la red social Twitter por @dondecomere y @c0mensales quienes se dieron a la tarea de convocar, recibir y evaluar decenas de fotografías inspiradas en la diversidad de escenarios que representan los mercados populares ubicados por todo el país. Los ganadores (ver
http://dondecomere.net/mercadosdemexico/), algunos de ellos de ciudades como Celaya, Monterrey y Puerto Vallarta y otros de la Ciudad de México, se dieron cita en la plaza de San Juan y guiados por @dondecomere, el chef
Pablo San Román del reconocido restaurante
D.O. y
Sophie Avernin, Directora de la importadora y distribuidora de vinos
Grandes Viñedos de Francia, hicieron un recorrido por diferentes sabores, texturas y maridajes que fue una pequeñísima muestra de lo especial que es el mercado de San Juan, espacio que se ha convertido en el preferido de estudiantes de gastronomía, chefs y cocineros por la multitud de productos que pueden ser adquiridos en un espacio con una larga tradición.
La historia de los mercados es tan antigua como el del comercio en Mesoamérica, vestigios arqueológicos demuestran que hubo en su época comercio entre teotihuacanos y mayas. Más adelante a través de su poderío militar, los mexicas establecieron una red de comercio con el transporte de mercancías como jade, algodón, cacao y metales preciosos. En el Valle de México, cuando los aztecas dominaron Tlatelolco, establecieron en ese lugar el mercado principal gracias a sus mejores vías de acceso en la ribera de La Lagunilla, la que alguna vez fue una bahía que daba espacio a miles de canoas con mercancías provenientes de todos los rincones del dominio mexica.
Diversidad de setas y hongos en venta
Fue precisamente el mercado de Tlatelolco el que deslumbró a Hernán Cortés, dejando corto de palabras al conquistador para describir el dinámico comercio mexica tal y como redacta en sus relaciones al rey de España:
“…tan grande como dos veces la (plaza) de la ciudad de Salamanca, toda cercada de portales alrededor, donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil almas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercaderías que en todas las tierras se hallan, así de mantenimiento como de vituallas…Venden mucho pescado fresco y salado, crudo y guisado…Finalmente, que en los dichos mercados se venden todas cuantas cosas se hallan en la tierra, que demás de las que he dicho, son tantas y de tantas cualidades, que por la prolijidad y por no me ocurrir tantas a la memoria, y aun por no saber poner los nombres, no los expreso”.
El mercado de San Juan también data de la época prehispánica, instalado en el barrio de Moyotlán, diferentes fuentes acusan que fue el único permitido por los españoles durante la época del Virreinato. El mercado de San Juan tomó mayor importancia cuando el mercado de Tlatelolco sufrió por falta de agua potable y tuvo que ser desmantelado. Fue en la época de
Porfirio Díaz que se construye en la plaza de San Juan un inmueble para albergar a los comerciantes, pero un incendio devastó el edificio. En 1955 las autoridades trasladaron a los locatarios del antiguo mercado a un edificio de bodegas que formaron parte de la
Compañía Cigarrera El Buen Tono, emprendimiento del industrial
Ernesto Pugibet quién llegó a México en el último tercio del siglo XIX y que entre otras cosas remodeló la Plaza de San Juan, mandó instalar una fuente para uso público y la construcción de la iglesia de
Nuestra Señora de Guadalupe del Buen Tono la que aún persiste en nuestros días y en dónde en una esquina de la plaza, aún se puede leer el nombre de la empresa del Buen Tono, que evidencia su origen de vocación industrial.
Hoy día el mercado de San Juan debe su prestigio a la variedad, frescura y calidad de los productos que comercializa y también por la exclusividad de ciertos ingredientes que sólo pueden ser adquiridos en éste lugar. Iguana, conejo, lechón, cabrito, jabalí, avestruz, búfalo, cocodrilo de Florida... y hasta de león (de criaderos) son algunos productos disponibles a los clientes. Sin embargo las pescaderías son los locales más famosos y buscados del mercado. Langostinos, esmedregal, atún y percebes son algunas especies exhibidas en los diferentes locales, mientras que los gusanos de maguey, escamoles, chapulines y caracoles de tierra, hacen gala de su origen prehispánico. De igual forma vegetales delicadamente seleccionados y formados decoraban en gamas de colores los puestos y algunos mostraban una amplia selección de hongos y setas, disponibles sólo en la temporada.
Mâcon-Villages de Joseph Drouhin y quesos
El grupo dio inicio al recorrido con el sashimi de atún y camarones endiablados armonizados con el crémant
Brut d’Argent Blanc de Blancs NV, un espumoso a la altura de un Champagne con acidez refrescante, aromas de panadería, untuoso en paladar y de largo final que acompañó perfecto la frescura del atún y fue bien a los camarones. De ahí el grupo disfrutó de una armonía, inusual. Chicharrón de cerdo con un pinot noir 2009, el primero que escuchamos, proveniente de México. Elaborado por la bodega
Casa Bayolán, un vino con aromas de cerezas negras y de moderada acidez que fue muy bien a la grasa y textura crocante del chicharrón. De ahí el grupo pasó a una armonía más tradicional, pero igualmente buena: jamón ibérico bellotero con un tinto
Gaba do Xil Mencía 2009 D.O. Valdeorras de la bodega
Telmo Rodríguez, el jamón llegó cortesía del chef Pablo San Román con una detallada explicación sobre el ibérico y sus características, simplemente exquisito. De ahí el grupo pasó a otro reto, chapulines con el mencía lo que fue una agradable sorpresa, las fibras de los chapulines y su textura “terrosa” fueron muy bien con la acidez del vino, otra prueba superada.
Para concluir una interesante y deliciosa cata de quesos con vino blanco y vino fortificado. Un queso curado de oveja, el afamado
Flor de Esgueva se repartió entre los comensales acompañados de un refrescante
Mâcon Villages de la región del sur de Borgoña, cercano a Poully-Fuissé, un cien por cien chardonnay de
Joseph Drohuin que encantó a los ganadores del concurso con sus aromas frutales a pera, acompañado de flores blancas. En paladar la acidez balanceada con los aromas de fruta hicieron juego perfecto con la grasa y textura densa del curado de oveja. De final largo que recuerda el perón maduro fue uno de los vinos favoritos del día. Finalmente se concluyó la degustación con una armonía exquisita,
queso cabrales con un
Oporto Fonseca Bin 27, un vino fortificado, por supuesto de Portugal, con atractivos aromas a higos y uvas pasas que acompañó de maravilla la densidad cremosa del cabrales dejando un agradable retrogusto a frutos secos, un maridaje interesante y de fácil reproducción en casa.
El animado grupo continuó la exploración de tradiciones culinarias, visitando una pulquería tradicional llamada
“Expendio de Pulque Salón Casino”, recomendada por el ganador del primer lugar del concurso,
@bravofotografía. El expendio ubicado en la avenida Lorenzo Boturini, fue el espacio para los curados de guanábana (uno de los favoritos entre los comensales), café y fresa que acompañaron platos sencillos pero con mucho sabor en una amena charla que se extendió por horas en una tarde lluviosa.
Como colofón de la experiencia, los organizadores montaron una exposición fotográfica de diversos fotógrafos profesionales alrededor del tema de los mercados populares, con una muestra de productos orgánicos, quesos y mezcales tradicionales en la Col. Roma, acompañados de canapés preparados por la chef Alejandra Coppel (ver
La historia de un mercado en veintisiete tomas en Eudoxa).
Ganadores e invitados en la fuente de la Plaza de San Juan
La creatividad y sensibilidad de todos los participantes en el concurso lograron expresar una realidad de México, su extraordinaria biodiversidad y esa colección de tradiciones que datan de la época prehispánica que han hecho a través del mestizaje y en constante evolución una de las gastronomías de mayor riqueza en el globo. Sin embargo, esta riqueza exige un trabajo de estudio, resguardo, promoción y preservación. Concursos como el de “Mercados de México” nos recuerdan que estos mercados populares son el génesis de deliciosos platillos, con técnicas tradicionales o de vanguardia pero que deben su calidad en gran parte a la frescura del ingrediente. Por otro lado la experiencia inusual para una cata de vinos, nos recuerda que no se necesita el platillo con técnicas depuradas, quizá los pequeños antojitos al alcance de todos son el pretexto suficiente para hacer nuevos y sabrosos maridajes. Enhorabuena a los ganadores, a los organizadores y a los mercados tradicionales y populares que están llenos de color y... mucho sabor.
Bon appétit!
Dr. Salsa
Twitter:
@drsalsamx
Disfruta de la galería de fotos completa en Flickr:
http://www.flickr.com/photos/copasycorchos/sets/72157630761137914/
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