El vino mexicano ha crecido de manera acelerada en varios aspectos. Me parece que el crecimiento se da con base en tres factores: el aumento del consumo del vino en el país independientemente del país de origen, el crecimiento de la oferta del vino mexicano en diferentes regiones y la experiencia enológica que se traduce en vinos de mejor calidad.
Con base en datos del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV) el consumo del vino mexicano ha pasado de .75 lt en el 2016 a 1.2 lt per cápita en 2021, lo que representa un importante crecimiento del 60% aproximadamente en 5 años. Aunque se debe señalar que aún el vino nacional cubre alrededor del 30% de la demanda interna, que tampoco está nada mal.
Sin duda este aumento de la demanda ha impulsado la inversión y los proyectos vitivinícolas en varios estados del país, que es otro factor. Actualmente se cuentan con alrededor de 400 bodegas y el número de hectáreas dedicadas a la vid ya está alrededor de las 7,900 lo que hace posible una producción anual de 14 millones de cajas de vino.
El crecimiento también se ha dado en las regiones vitivinícolas repartidas ahora en 14 estados: Aguascalientes, Baja California Norte, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas. Las adiciones más recientes a esta lista: Jalisco y Puebla llaman poderosamente la atención por su ubicación en términos de latitud, dado que se alejan de la tradicional "Franja del Vino" que comprende las latitudes 30° y 50° norte sobre la línea ecuatorial, y sobre el Hemisferio Sur entre los paralelos 30° y 40º.
No obstante esa distancia en latitud, en los últimos años la literatura en vinos ha registrado que la altitud -altura de los viñedos con respecto al nivel del mar-, puede ser un factor para compensar temperatura y humedad con respecto a la latitud. Habrá que recordar que los negocios en vino son inversiones a muy largos plazos. Casi hasta podríamos decir que centenarios. Por lo pronto habrá que esperar años para empezar a constatar la calidad de esos vinos en Puebla y Jalisco.
El otro factor es la experiencia enológica. En el transcurso de los últimos años ha crecido el número de enólogos profesionales en el país, así como los intercambios profesionales con bodegas en países con mucha mayor tradición en producción que el nuestro. También tiene que considerar la aparición de la siguiente generación de enólogos, hijos que han seguido los pasos de los padres y quienes encuentran más recursos para una formación más completa.
Dentro de este rubro igualmente hay que señalar que muchas bodegas han renovado su equipamiento para la vinificación, o desde su fundación han incorporado tecnología actualizada.
Esta experiencia enológica se puede comprobar al degustar varias bodegas mexicanas. No se puede decir que el beneficio ha sido generalizado, como se puede entender que en toda industria hay diferentes niveles de inversión y compromiso. Pero aquellas bodegas que han tomado medidas positivas es evidente la eliminación de defectos como la oxidación indeseada, contaminación microbiana o el sesgo de la paleta aromática hacia las notas de frutos sobremadurados.
Otra señal del aumento de la calidad de los vinos han sido los reconocimientos en concursos nacionales, como el más importante: Mexico Selection by Concours Mondial de Bruxelles y por supuesto los concursos internacionales. De acuerdo a los datos del CMV se están otorgando 500 medallas en promedio por año a las etiquetas mexicanas.
Paz Austin, Directora General del CMV ha confirmado que las bodegas se han recuperado de los difíciles años de pandemia. Ha ayudado que muchas bodegas han fortalecido sus canales de venta en medios digitales, la tendencia del público al consumo de los productos nacionales y el enoturismo gracias a que muchas actividades se realizan en espacios abiertos, claro que siguiendo los lineamientos y medidas de seguridad sanitaria que han establecido las autoridades.
Austin, ha confirmado que el crecimiento se ha dado en términos de inversión, y en conjunto con las estrategias del CMV han logrado que este 2022 haya apoyos gubernamentales en diferentes niveles (federal y estatal), incorporando al vino mexicano en algunas políticas públicas.
Sobresaliente para la industria del vino mexicano este año es la realización del 43o Congreso Mundial de la Viña y el Vino, programada para el mes de noviembre. En este evento se reunirán representantes de 43 países que son miembros de la Organización Internacional de la Viña y el Vino con sede en Francia. Y será sin duda la oportunidad para que los productores nacionales conozcan de primera mano información relevante que pueda impulsar sus proyectos.
Para el consumidor final, quizás lo más importante es el crecimiento en calidad en general. Sin embargo, como en toda región vitivinícola los niveles de calidad son diversos. La herramienta que tiene el consumidor es la información de sommeliers expertos que lo pueden acompañar en el conocimiento de las características de calidad para que su selección de vino mexicano cada vez sea más acertada.
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